lunes, 3 de julio de 2017

El Vigilante del muro (IV)



Día 194
Los refugiados no dejan de aparecer, de día y de noche, es un goteo incesante. Les advierto de los peligros de más allá del muro pero no me hacen caso. Los alopes son enemigo preferible al Díaz y sus unatas. Cuentan cosas espantosas, el Díaz ha derogado todas las leyes inguinales y las ha sustituido por su lema personal, “Consenso o muerte”. En la práctica esto viene a significar que o estás de acuerdo con él, esto es en el consenso, o te eliminan.
Si alguien está sufriendo más que el pueblo inguinal estos son los cerdos ya que el castigo a los que se encuentran “fuera del consenso” es morir empalado por un chorizo. Las granjas se encuentran casi vacías de marranos, las matanzas son diarias, ya ni se espera a San Martin

Día 251
Hace mucho que no escribo pero los acontecimientos se han precipitado, si en mi último escrito en el diario indicaba que el goteo de refugiados no paraba de crecer, al poco tiempo ese goteo se transformó en rio. Tal era la afluencia de refugiados que pronto no pude pasarlos a todos y empezaron a acampar en los aledaños del muro esperando su turno. En unas semanas se contaban por miles, en un mes eran cientos de miles. El Díaz infundía verdadero pavor en los corazones inguinales.
Pronto, en el campo de refugiados empezaron a cometerse crímenes, el hacinamiento, el hambre, el miedo a que llegaran los unatas convertía a los hombres en monstruos. Asesinatos, violaciones, intercambios del lugar en la cola por comida o sexo, pronto eso se convirtió en moneda común en el campamento. Incluso se empezó a hablar de asesinarme pues consideraban que era demasiado lento transportando inguinales muro arriba y muro abajo. Después del primer intento de asesinato tuve que actuar.
Estuve toda la noche rezando a Fray Alosebo, que me iluminara con su sabiduría y que salvara a los inguinales de dejar el muro desguarnecido si la consecuencia del malestar de los refugiados redundaba en mi asesinato. Esa noche soñé con la puerta, Fray Alosebo me decía que debía abrirla que para eso se construyó que dejara pasar a su pueblo y que luego debería cerrarla.
No entiendo nada, ¿El propósito de la puerta era que cientos de miles de inguinales, si no millones, pasaran a territorio alope? Daba igual, la palabra de Fray Alosebo es Ley y además de no hacerlo me iban a matar.
Bajé a la cámara que se encontraba detrás de la puerta, en el interior del muro, dos puertas una a cada lado del muro. Parecían antiguas, como parte del mismo muro, las abrí y me dirigí hacia los refugiados, tardaron tres días en pasar, se internaron en territorio alope y no miraron atrás. 

Día 260
Los alopes han aparecido, no tengo tiempo para escribir más he de preparar las defensas

Día 262
Hace tres días me desperté en mitad de la noche, retumbaba la pajería bajo los sones de Don Diablo, me asomé a las almenas y los vi, los malditos danzantes estaban abajo. Don Diablo retumbaba en mi cabeza impidiéndome pensar, quedé paralizado por el espanto. Había seis quizá siete de esos demonios, bailaban esa infernal música con hipnóticos movimientos, me llamaban, querían que entrara en la pajería me afeitara el escroto y bajara a unirme a las filas de skull tatoo. Y por fray Alosebo estuve a punto de hacerlo, me sorprendí con los calzoncillos bajados y la navaja en la mano, no sé qué me despertó de la ensoñación de los danzantes pero fue justo a tiempo, me subí los pantalones cogí mi arco y les disparé a aquellos monstruos que una vez fueron personas, la rabia me cegó y estuve un rato disparando, no sé si seguían allí o no, no sé si les herí o no, si los maté o no, solo oía “Don diablo se ha escapado, Tú no sabes la que ha armado Ten cuidado, yo lo digo por si…” Me derrumbé inconsciente, cuando desperté no había nadie

Día 268
Los alopes llevan días sin aparecer, quizás solo fue una pesadilla por un exceso de uso de la pajería, quizás los alopes no existan, quizás el Díaz también ha acabado con todos ellos, quizás mi permanencia aquí no tenga sentido.

Día 270
Hoy han llegado más refugiados, no demasiados. Apenas quince o veinte, pero eran señores de suma importancia y traían noticias terribles.
El primero que hizo acto de aparición fue el Aurelio, me sorprendió en la pajería, algo normal pues pasó casi todo mi tiempo allí, al principio no lo reconocí de demacrado y andrajoso que estaba, al principio pensé que era un alope o un unata e intenté abalanzarme sobre el pero me enrede con los calzoncillos que tenía a media pierna y me caí de boca. Gracias a Fray Alosebo el me recordaba de mi época de estudiante y no me mató en ese momento. Había subido solo para ver si el lugar era seguro, el valiente Aurelio. Después de él subieron Don Aloseb, El salvaje Ko, el Montaraz Claus y algunos de sus leales, era todo lo que quedaba de la resistencia. El Díaz había ganado. Pregunté por el Dux de manguara pero nada se sabía de su paradero, lo daban por muerto o quizás lo retenía el Díaz como pieza principal de sus desmanes eróticos.
En cualquier caso no se quedaron mucho tiempo atravesaron el muro y se internaron en territorio alope, Don Aloseb lo conocía bien de cuando fue expulsado de Oxfordseb y el junto a los diez mil invertidos y la carriles acabaron con la vida de triple gem, Pero antes de irse me dieron una noticia espantosa, los unatas estaban cerca. El Díaz no había sido ajeno al éxodo de refugiados e iba de camino hacia el muro, La última frontera del consenso le llamaba y no venía solo, había llamado a sus señores de la guerra y habían acudido todos. La succubo, el imp, puperko y sus descerebrados puppets, el presidente, el radical…todos.
Estaban a tres días de camino, tres días para una persona normal, unas dos semanas para los unatas que de puro estrés se desmayaban a cada paso o se bloqueaban incapaces de continuar.

Día 278
Hoy he vuelto a escuchar Don Diablo, estoy seguro de que ha sonado en mitad de la noche pero cuando me he asomado no había nadie, empiezo a pensar que me estoy volviendo loco

Día 282
No me lo estaba imaginando, los alopes son reales. Tan reales que están ahí fuera.

Día 286
Los alopes se encuentran acampados a unos centenares de metros del muro, llevan varios días ahí. Llegaron y acamparon, no sé exactamente su número pero deben ser centenares de miles a juzgar por las hogueras que arden en la noche, llegan hasta donde alcanza la vista y los pendones de la calavera ondean por doquier. Encendería las almenaras y soltaría los cuervos para avisar del ataque inminente si hubiera alguien a quien avisar pero a los únicos que podría advertir seria a los unatas y además no necesito encender nada ni soltar cuervos para hacerlo ya que llegaron ayer, se encuentran acuartelados al otro lado del muro parece que la idea de atacar les produce un estrés increíble y se encuentran indecisos pero los lugartenientes del Díaz los arengan de continuo, no creo que tarden mucho en ponerse en movimiento.

Día 287
Hoy he visto al Díaz, llama la atención ver que es una persona normal, como cualquiera de nosotros, los refugiados lo pintaban de tal manera que me ha sorprendido ver que no mide tres metros, no tiene cuernos, ni colmillos ni una cola puntiaguda y, aunque estoy en la distancia, no parece que exude azufre.

Día 288
Todo sigue igual. Los alopes a un lado, los unatas a otro y en el medio el muro y la muerte

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