Día 194
Los refugiados no dejan de
aparecer, de día y de noche, es un goteo incesante. Les advierto de los
peligros de más allá del muro pero no me hacen caso. Los alopes son enemigo
preferible al Díaz y sus unatas. Cuentan cosas espantosas, el Díaz ha derogado
todas las leyes inguinales y las ha sustituido por su lema personal, “Consenso
o muerte”. En la práctica esto viene a significar que o estás de acuerdo con él,
esto es en el consenso, o te eliminan.
Si alguien está sufriendo más que
el pueblo inguinal estos son los cerdos ya que el castigo a los que se
encuentran “fuera del consenso” es morir empalado por un chorizo. Las granjas
se encuentran casi vacías de marranos, las matanzas son diarias, ya ni se
espera a San Martin
Día 251
Hace mucho que no escribo pero
los acontecimientos se han precipitado, si en mi último escrito en el diario
indicaba que el goteo de refugiados no paraba de crecer, al poco tiempo ese
goteo se transformó en rio. Tal era la afluencia de refugiados que pronto no
pude pasarlos a todos y empezaron a acampar en los aledaños del muro esperando
su turno. En unas semanas se contaban por miles, en un mes eran cientos de
miles. El Díaz infundía verdadero pavor en los corazones inguinales.
Pronto, en el campo de refugiados
empezaron a cometerse crímenes, el hacinamiento, el hambre, el miedo a que
llegaran los unatas convertía a los hombres en monstruos. Asesinatos,
violaciones, intercambios del lugar en la cola por comida o sexo, pronto eso se
convirtió en moneda común en el campamento. Incluso se empezó a hablar de
asesinarme pues consideraban que era demasiado lento transportando inguinales
muro arriba y muro abajo. Después del primer intento de asesinato tuve que
actuar.
Estuve toda la noche rezando a
Fray Alosebo, que me iluminara con su sabiduría y que salvara a los inguinales
de dejar el muro desguarnecido si la consecuencia del malestar de los
refugiados redundaba en mi asesinato. Esa noche soñé con la puerta, Fray
Alosebo me decía que debía abrirla que para eso se construyó que dejara pasar a
su pueblo y que luego debería cerrarla.
No entiendo nada, ¿El propósito
de la puerta era que cientos de miles de inguinales, si no millones, pasaran a
territorio alope? Daba igual, la palabra de Fray Alosebo es Ley y además de no
hacerlo me iban a matar.
Bajé a la cámara que se
encontraba detrás de la puerta, en el interior del muro, dos puertas una a cada
lado del muro. Parecían antiguas, como parte del mismo muro, las abrí y me
dirigí hacia los refugiados, tardaron tres días en pasar, se internaron en
territorio alope y no miraron atrás.
Día 260
Los alopes han aparecido, no
tengo tiempo para escribir más he de preparar las defensas
Día 262
Hace tres días me desperté en
mitad de la noche, retumbaba la pajería bajo los sones de Don Diablo, me asomé
a las almenas y los vi, los malditos danzantes estaban abajo. Don Diablo
retumbaba en mi cabeza impidiéndome pensar, quedé paralizado por el espanto. Había
seis quizá siete de esos demonios, bailaban esa infernal música con hipnóticos
movimientos, me llamaban, querían que entrara en la pajería me afeitara el
escroto y bajara a unirme a las filas de skull tatoo. Y por fray Alosebo estuve
a punto de hacerlo, me sorprendí con los calzoncillos bajados y la navaja en la
mano, no sé qué me despertó de la ensoñación de los danzantes pero fue justo a
tiempo, me subí los pantalones cogí mi arco y les disparé a aquellos monstruos
que una vez fueron personas, la rabia me cegó y estuve un rato disparando, no sé
si seguían allí o no, no sé si les herí o no, si los maté o no, solo oía “Don diablo se ha escapado, Tú no sabes la
que ha armado Ten cuidado, yo lo digo por si…” Me derrumbé inconsciente,
cuando desperté no había nadie
Día 268
Los alopes llevan días sin
aparecer, quizás solo fue una pesadilla por un exceso de uso de la pajería,
quizás los alopes no existan, quizás el Díaz también ha acabado con todos
ellos, quizás mi permanencia aquí no tenga sentido.
Día 270
Hoy han llegado más refugiados,
no demasiados. Apenas quince o veinte, pero eran señores de suma importancia y
traían noticias terribles.
El primero que hizo acto de
aparición fue el Aurelio, me sorprendió en la pajería, algo normal pues pasó
casi todo mi tiempo allí, al principio no lo reconocí de demacrado y andrajoso
que estaba, al principio pensé que era un alope o un unata e intenté
abalanzarme sobre el pero me enrede con los calzoncillos que tenía a media
pierna y me caí de boca. Gracias a Fray Alosebo el me recordaba de mi época de
estudiante y no me mató en ese momento. Había subido solo para ver si el lugar
era seguro, el valiente Aurelio. Después de él subieron Don Aloseb, El salvaje
Ko, el Montaraz Claus y algunos de sus leales, era todo lo que quedaba de la
resistencia. El Díaz había ganado. Pregunté por el Dux de manguara pero nada se
sabía de su paradero, lo daban por muerto o quizás lo retenía el Díaz como
pieza principal de sus desmanes eróticos.
En cualquier caso no se quedaron
mucho tiempo atravesaron el muro y se internaron en territorio alope, Don
Aloseb lo conocía bien de cuando fue expulsado de Oxfordseb y el junto a los
diez mil invertidos y la carriles acabaron con la vida de triple gem, Pero
antes de irse me dieron una noticia espantosa, los unatas estaban cerca. El
Díaz no había sido ajeno al éxodo de refugiados e iba de camino hacia el muro,
La última frontera del consenso le llamaba y no venía solo, había llamado a sus
señores de la guerra y habían acudido todos. La succubo, el imp, puperko y sus
descerebrados puppets, el presidente, el radical…todos.
Estaban a tres días de camino,
tres días para una persona normal, unas dos semanas para los unatas que de puro
estrés se desmayaban a cada paso o se bloqueaban incapaces de continuar.
Día 278
Hoy he vuelto a escuchar Don
Diablo, estoy seguro de que ha sonado en mitad de la noche pero cuando me he
asomado no había nadie, empiezo a pensar que me estoy volviendo loco
Día 282
No me lo estaba imaginando, los
alopes son reales. Tan reales que están ahí fuera.
Día 286
Los alopes se encuentran acampados
a unos centenares de metros del muro, llevan varios días ahí. Llegaron y
acamparon, no sé exactamente su número pero deben ser centenares de miles a
juzgar por las hogueras que arden en la noche, llegan hasta donde alcanza la
vista y los pendones de la calavera ondean por doquier. Encendería las
almenaras y soltaría los cuervos para avisar del ataque inminente si hubiera
alguien a quien avisar pero a los únicos que podría advertir seria a los unatas
y además no necesito encender nada ni soltar cuervos para hacerlo ya que
llegaron ayer, se encuentran acuartelados al otro lado del muro parece que la
idea de atacar les produce un estrés increíble y se encuentran indecisos pero
los lugartenientes del Díaz los arengan de continuo, no creo que tarden mucho
en ponerse en movimiento.
Día 287
Hoy he visto al Díaz, llama la
atención ver que es una persona normal, como cualquiera de nosotros, los
refugiados lo pintaban de tal manera que me ha sorprendido ver que no mide tres
metros, no tiene cuernos, ni colmillos ni una cola puntiaguda y, aunque estoy
en la distancia, no parece que exude azufre.
Día 288
Todo sigue igual. Los alopes a un
lado, los unatas a otro y en el medio el muro y la muerte
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