lunes, 22 de enero de 2018

El Exilio (VI)



Más allá del muro 

Salimos pues a la mañana siguiente dejando al vigilante farfullando no sé qué cosa de colgar a los curas mentirosos de una encina alta y nos adentramos en los territorios de más allá del muro, las tierras de Skull Tatoo.

Habida cuenta que Fray Alosebo me había indicado que debía ayudar a mis dos acompañantes y el regente tísico solicitaba descubrir el paradero del sobrinato decidimos comenzar por este punto.
Bien es cierto que podía haber comenzado sirviendo a los deseos del puppet pero imaginé que tratándose de él, sus deseos serian servir a su amo, en este caso yo mismo por ser una figura de autoridad ante sus serviles ojos y por tanto no le había prestado la más mínima atención a sus deseos, aunque en honor a la verdad la pobre bestia había intentado comunicármelos en varias ocasiones pero yo hacía como que le escuchaba mientras tatareaba mentalmente el himno nacional.

Así las cosas y con las precauciones debidas, pues nos encontrábamos en tierra hostil, tomamos rumbo hacia donde se había levantado la ciudad de tuberculopolis, antigua capital del reino, pues juzgamos que de continuar con vida allí estaría aún el sobrinato.

Mentiria si dijera que el camino hasta allí estuvo lleno de dificultades y peligros y no soy persona de exagerar sus logros por lo que diré la verdad. El camino fue bastante aburrido y si no llega a ser por el subproducto humanoide que nos acompañaba diríase que hubiera sido insoportable. Un trayecto que creíamos infestado de alopes y otras bestias se mostró expedito a nuestro paso y debido a la lejanía de nuestra meta los días se nos hacían largos y tediosos, gracias a Dios el puppet se esmeraba en presentarnos chanzas y teatrillos para nuestro disfrute y entretenimiento pues aunque como el se empeñaba en decir cansinamente “Soy un puppet libre y no debo servir a mas amo que a mi mismo” su genética, educación y crianza durante años eran mas poderosas que su voluntad, a la postre frágil y caduca y no podía si no hacer lo que generaciones de puppets habían hecho antes que el, esto es causar divertimento y solaz a aquellos a los que sirve, bien por propia voluntad o por condicionamiento genético.

En muchas ocasiones, después de representar un teatrillo con marionetas o tras una de nuestras, cada vez mas frecuentes, “paradas técnicas” en el camino, sorprendí al puppet sollozando como si de una cría se tratase y bien fuera por la soledad de aquellos caminos o por la preocupación que me causaba el obedecer al santo Alosebo que me había ordenado que cuidara de aquel engendro no le propinaba la manta de correazos que en Oxfordseb hubiera merecido ese comportamiento si no que lo dejaba solo intentando que no me sorprendiera observándolo para evitar causarle el daño de la vergüenza.
Pero la bondad que anida en mi corazón es infinita y cubre a hombres y bestias por igual por lo que un día, cerca ya de nuestro destino, decidí interrogarlo en la cena para averiguar que le causaba ese dolor e incluso estaba dispuesto a ofrecerme a sacrificarlo si la enfermedad que le aquejaba se mostraba incurable, hasta eso estaba dispuesto de ser necesario anteponiendo su bienestar al regocijo que nos causaba con sus juegos y bailes

Y así mientras asábamos un conejo que habíamos encontrado moribundo en el camino, pues nuestra pericia en la caza no había mejorado demasiado, me atreví a interpelarle
 – Puppet, ¿qué es aquello que aflige tu corazón y derramas lagrimas a escondidas?, ¿Acaso echas de menos a tu antiguo amo?, porque de querer volverte no pondríamos impedimento alguno pues aunque bien nos sirves entendemos que el lugar de un puppet está junto a su señor y es sabido que la lejanía del mismo no hace si no provocar la pena en el puppet y este languidece y muere. – Me atreví a sugerir esta condición por animarlo un poco a hablar de sus tristezas

- Buen Aloseb – contestó el puppet – no se trata de que la ausencia de un amo me aflija y acongoje mi corazón, pues como bien sabes o deberías saber pues lo he dicho cientos de veces, soy un puppet libre, el primero entre mi gente y no tengo amo a quien servir ni hombre a que obedecer en toda tierra inguinal, excepto, por supuesto, a nuestro señor obispo de Roma  que no se encuentra en estos lares y que dudo que alguna vez se adentre aquí.
Recordé en ese momento que ciertamente me había dicho que había sido manumitido y por su referencia al papa supe inmediatamente que su antiguo señor había debido ser oxfordsebita o al menos haberse educado en el colegio y asentí como dándole la razón animándolo a continuar su razonamiento.

- Yo era el rey en mi tierra, el nuevo eden para los puppets que fundé en la linde del páramo de la casi segura aniquilación, desde allí liberaba mas y mas puppets y hacia acrecentar mi ejército y mis súbditos. Era como un dios para ellos y casi me atrevería a decir que se me podría considerar hasta un igual de un oxfordsebita de baja cuna o un noble de koland. Pero yo sufría, sin saber porque y una noche soñé con el santo Alosebo que encaminó mis pasos hacia aquí, entonces no tuve duda había transcendido el estatus de puppet para convertirme en un señor y vine feliz y encantado de poder pertenecer a esta comitiva de tan elevados fines.
Pensaba, en mi fantasía, que caminaríamos como iguales y fantaseaba incluso con tomar un puppet a mi servicio si nos encontráramos a alguno en el camino.
Pero hete aquí que cuando lo intenté no encontraba mi lugar, la dicha no me hallaba caminando a vuestro lado y cada vez estaba mas triste y melancólico, pero cuando usía me ordenó hacer cantes, bailes, juegos y otras labores indignas, mi espíritu se regodeó, me invadió una infantil felicidad y me sentí pleno. Las primeras veces confundí en mi ignorancia ese bienestar que me invadía con que siendo iguales a cada cual se le da una cosa mejor que a otro y que quizás mi virtud residía en hacer felices a los demás pero pronto me di cuenta que no era así, vuesas mercedes no me buscaban para consultar los temas de gravedad e importancia buscando el consejo únicamente el uno en el otro excluyéndome a mi de las decisiones.
Y poco a poco se fue abriendo camino en mi obtuso cerebro que si me sentía feliz al comportarme de forma abyecta y servil no era si no porque en el fondo de mi corazón seguía siendo un puppet que solo encuentra su camino al servir al amo y al percatarme de esta inmutable verdad me derrumbaba y lloraba por el albedrio perdido
En este punto, el puppet que durante su larga disertación había mantenido cierta compostura se derrumbó y hechose a llorar como una fuente interminable.

- ¡Dichoso puppet! – Exclamé mientras me levantaba a abrazarlo – no debes afligirte por ese motivo, a pesar de tu indigna condición has sido capaz de elevarte por encima de los otros puppets. Has de saber que todos los puppets son genéticamente incapaces de resistirse a obedecer y entretener a sus amos, teniendo por estos a cualquiera que consideren superior, esto es a cualquiera. Al igual que el cerdo hoza en el campo y se revuelca en el barro sin entender el motivo más allá de que así encuentra la plenitud el puppet sirve pues es su camino de felicidad sin entender el motivo que a ello le lleva. Pero tú –Añadí – has sido capaz de dar un paso más, de darte cuenta de lo que haces y de obtener un remedo del libre albedrio con que Dios nos premió a los hombres en nuestro nacimiento. Desgraciadamente
 Añadí al ver que se le ilumanaba la cara de felicidad – esto no te hace ningún bien si no al contrario pues al probar las mieles de la libertad no quieres ya si no un poco mas de ese néctar pero al beberlo todo tu ser se rebela contra el y quiere expulsarlo de tu vientre lo que te provoca el sufrimiento contradictorio que ahora tienes.
Pero he de decirte – quise acabar aquí el tema y ayudarlo en lo posible pues su compañía era grata y no quería tener que acabar con ella – que para solaz de tu espiritú durante lo que resta de viaje tu seguirás entreteniéndonos pero no como puppet, aunque tampoco como igual pues seria ofensivo a los ojos de fray Alosebo, si no como puppet libre que libremente decide servir al superior por su mejor capacidad para hacerlo y cuando este sagrado viaje concluya debes volver a esa farsa que llamas reino y permanecer con tus súbditos pues estos al ser inferiores a ti tendrán necesidad de servirte mientras que a ti no te nacerá la obligación de servirlos a ellos y de ese modo confluirán tus deseos y tu naturaleza y no tendrás dilema que te aflija.

El puppet, pareció contentarse con mis palabras y con un ademan indiqué a tísicos que no hablara, pues sin duda iba a mostrarle al puppet las muchas faltas a la verdad que había en mis argumentos y la necesidad perentoria de exterminar a aquellos puppets libres que de crecer en número acabarían constituyendo un serio peligro para las buenas gentes inguinales, pues el sabia, al igual que yo pero no el puppet que aquellos libertos tienen incardinado en lo mas profundo de su alma la necesidad de servir y que de no encontrar con que llenar ese vacío y debido a la negrura espantosa de su alma acaban dementes y les devora la necesidad de hacerle a otros lo que a ellos en su día les hicieron hacer pero deformado por sus abyectas mentes convirtiendo los inocentes juegos en orgias de sangre y tremenda tortura.

Con ese pacto de silencio y mi firme voluntad de destruir ese nido de subseres en cuanto recuperara mi sillón de dirección del colegio nos fuimos a dormir pues necesitábamos fuerza ya que al día siguiente arribaríamos a tuberculopolis y debíamos estar descansados.

Al mediodía siguiente llegábamos a las ruinas de lo que había sido una prospera capital en la que ahora solo rondaban alimañas, lo que era una suerte pues nos sirvieron de frugal alimento.
Nos dirijimos con presteza al lugar donde se encontraba el palacio real pues en sus jardines es donde habiase quedado el sobrinato, a decir del buen tísico “Encadenado en una covacha maloliente, pero no por maldad o por ser poco hacendosos si no porque el sobrinato era tan fiero que no podias acercarte a limpiar sin correr grave riesgo de que te cercenara un brazo, una pierna o incluso perder la vida”, preocupado por la ferocidad del sobrinato y porque esta se hubiera acrecentado en los meses que había pasado abandonado unido a mi falta de conocimiento sobre que tipo de ser era al que nos enfrentaríamos en breve le expuse a tísicos las graves procupaciones que me aquejaban pero el estaba tranquilo y así me lo hizo saber 
Debes saber Aloseb – dijo Tísicos – que el sobrinato no es hombre ni animal ni bestia alguna conocida, el sobrinato es, como lo diría yo… es el sobrinato –concluyó.
No pareciéndome explicación suficiente pero no queriendo ahondar mas en su naturaleza le dije – Pero hemos de saber si es peligroso, pues de ese conocimiento puede partir nuestra decisión de acometer la empresa de una u otra manera y quizás fuera conveniente que avance en primer lugar el puppet pues si al sobrinato lo violentara nuestra presencia siempre seria menos llorada su perdida que la nuestra.
 No será necesario – contestó tísicos – el sobrinato, de bestial naturaleza, siempre ha sentido un enorme amor por mi, al que reconoce como sabio regente y es por eso que por mucho que haya podido degenerar no juzgo posible que me haya olvidado y sin duda será conocedor de las graves penurias que arrostra mi reino, pues el conoce lo que muchos no saben, y de buen grado volverá a mi lado como asesor principal del reino

He de decir que sus palabras lejos de tranquilizarme me causaron mayor preocupación pero Fray Alosebo me había ordenado que fuera con el y continuamos el camino en fila de a tres pues a pesar de la confianza que expresaba tísico sobre la mansedumbre del sobrinato ninguno quería hacer de vanguardia en aquel minúsculo ejercito expedicionario.

Llegamos por fin hasta lo que en tiempos debía haber sido un bello jardín pero que ahora estaba cuajado de malas hierbas, una choza en ruinas y lo mas preocupante de todo un sinfín de huesos humanos que sin duda habían pertenecido a alopes, aunque en el estado en que se encontraban no eramos capaces de asegurarlo.

La choza, a la que nos acercamos con el cuidado que aconsejaban las circunstancias estaba derruida y se adivinaba entre las tablas rotas una cadena partida, que sin duda había sostenido al sobrinato, fuera esto lo que fuese.

Comenzamos pues a buscar al temible ser sin alejarnos en exceso unos de otros por si hubiera la suerte que alguno de nosotros lo localizara no se encontraran los demás demasiado lejos para brindarle ayuda, así fuimos pasando la tarde ampliando cada vez mas el circuito de búsqueda pero sin hallar rastro alguno del sobrinato hasta que en el ocaso del dia y por falta de luz que pudiera hacer que el sobrinato pasara desapercibido decidimos dar por finalizada la búsqueda por ese dia y comenzaríamos al alba una nueva búsqueda por las ruinas del palacio.

Pero no era voluntad de Fray Alosebo que pasáramos una noche tranquila, si es que allí, entre las ruinas de un antiguo palacio, acechados por una bestia desconocida, a la mas brava intemperie y en territorio alope, pudiera existir tal cosa. Al poco de encender un fuego para calentarnos y habiendo ya cenado discutíamos vivamente por los turnos de guardia ya que el puppet, seguramente envalentonado por mis palabras de animo del dia anterior, se negaba a realizar su preceptiva guardia de ocho horas tal y como había venido haciendo hasta entonces, aduciendo entre otros motivos que llevaba dos semanas sin dormir, y no atendía a razones queriendo delegar su obligación en nosotros dos a razón de cuatro horas por guardia o en último caso tres turnos de dos horas y media. En esas estábamos cuando fuera del radio de iluminación que nos prestaba la hoguera oímos unos ruidos, no eran pisadas no carreras ni aullidos ni nada que la mente humana fuera capaz de identificar y al momento supimos que el sobrinato se acercaba. 

Ni que decir tiene que nos aprestamos a la defensa de nuestro campamento y de un solo movimiento nos pusimos en pie y con nuestras armas dispuestas nos enfrentamos al lugar de donde provenia el ruido. En tensa espera quedamos aguardando aquello que pudiera surgir de la oscuridad y en vista de que nada sucedida grité, pues mi animo era fuerte y decidido
 - ¡Sobrinato!, acude ante aquel que rindes pleitesía y que ahora precisa de tus servicios – y añadí en voz más queda – y no tengas en cuenta el abandono pues la necesidad era urgente y aconsejaba abandonar el territorio y si hubiera que buscar a algún culpable hazlo en el pupilo de Don José verdadero artífice y responsable de tu abandono
 
Bien fuera por mis palabras, porque reconociera a tísicos o por que se había aburrido de esperar en la oscuridad, lo que allí acechaba se acercó lentamente hasta quedar bañado completamente por la luz de la hoguera y todos pudimos ver su figura.

Lo que allí se presentó ante nosotros no era humano ni animal ni bestia conocida, no existen palabras para nombrar lo que allí se acercó más allá que la genérica otrora usada por tísicos de que aquello era el sobrinato. A mi lado oí como un cuerpo se derrumbaba, sin duda el puppet no pudo soportar el horror que se cernía sobre nosotros y ciertamente es lo último que recuerdo pues, seguramente víctima de algún horrendo hechizo perpetrado por aquel ser, me desmayé y no pude ser testigo directo de lo que luego aconteció allí.

Desperté avanzado el día y vi que el puppet continuaba en el mismo sitio que había caído ante la llegada del sobrinato pero no así tísicos que se encontraba entre las ruinas del palacio, sano y salvo parecía, al menos a esa distancia. Así que me acerque a interesarme por lo sucedido la noche anterior y por conocer si había sido sueño o realidad.

Tísico me dijo que después de desmayarnos, yo le hice saber que en mi caso debió tratarse de un conjuro o veneno adormecedor que me lanzara el sobrinato, había hablado con el sobrinato, que estaba enfadado por haberlo dejado allí que al principio no quería volver pero que después de conocer las tan inmensas penurias que azotaban tisisland juzgó que ya había sido castigo suficiente y que volvería al reino para atender los asuntos que habían llevado a la ruina el reino, pero
También me dejó un recado para ti – me dijo Tísicos – Me pidió que te dijera que tu aventura por tierra alope no había pasado desapercibida, que el malvado Skull Tatoo conocía que te encontrabas en sus tierras y que había vuelto a Portugal – Capital alope – para organizar una partida y cazarte como a un perro rabioso y que había algo más, hacia unos días alguien más había atravesado el muro y también venia en tu búsqueda aunque el sobrinato no conocía sus intenciones ni su identidad pero que tuviera cuidado pues últimamente, más bien nunca, los inguinales de uno u otro lado del muro no habían tenido buenas intenciones para contigo.

Dicho esto, Tísicos me comunicó que su tiempo más allá del muro había llegado a su fin, que el sobrinato volvería a tisisland y él debía preparar su recibimiento, que ya no podría acompañarme en el resto de mi aventura y que prestara oídos a las advertencias del sobrinato pues es un ser viejo y sabio y nunca da consejos vacíos.

Nos despedimos pues de tísicos, ya que el puppet se había incorporado a mitad de conversación y el puppet y yo nos aprestamos a seguir nuestro camino deseándole a tísicos un buen y tranquilo viaje y el pronto retorno del sobrinato, al que esperábamos no tener que volver a ver.

Nuevamente nos poníamos en camino, esta vez a la que esperaba fuera la última etapa de mi viaje pues pusimos rumbo a Oxfordseb y otra vez peligros inimaginables nos acechaban pues Skull Tatoo estaba de caza y seguramente teníamos tras nuestra pista a un asesino enviado por alguno de mis innumerables enemigos.
  

miércoles, 3 de enero de 2018

El Exilio (V)



La misión
Hace tiempo que no escribo en este notario de mi exilio y debo hacerlo pues han pasado grandes y maravillosas cosas que la inguinalidad debe conocer. Como ya es sabido debido a mi enfrentamiento con Ko-gafs-un fui degradado por el Capitán Claus pero eso no apagó la llama que ardía en mi pecho en forma de oso secuestrado y vejado que los hijos de Skull tatoo utilizaban para sus chanzas y juegos. 

Debido al horroroso termino que había tenido el primer intento de rescate organice uno nuevo cambiando casi todos los parámetros que habíamos usado en el primero, esto es solicité permiso al capitán para organizar una cuadrilla, escogí yo mismo a mis hombres, mantuve a ko-gafs-un al margen de mis planes, dentro de lo razonable pues su familiaridad con Claus era evidente y pudiera que este se los contara, y a la cabeza de la patrulla fuimos el Aurelio y yo mismo. El éxito estaba asegurado.

Pero como muchas empresas que acometen grandes hombres a pesar de tener todos los detalles contemplados existen imponderables que no pueden manejarse y que dan al traste con las operaciones mejor planeadas, baste recordar aquí la Grande y Felicísima Armada y su tristísimo fin. Pues bien, el rescate del oso se saldó con un rotundo fracaso, sin entrar en grandes detalles decir que pudimos liberar al oso de su encierro, que pudimos tocar su rasurado lomo y prometerle nuevos y pilosos días corriendo por las sierras inguinales pero una nueva traición impidió que pudiéramos cumplir las promesas realizadas a la noble bestia. Skull Tattoo avisado de nuestra presencia lo impidió y a pesar de nuestra férrea defensa perdimos al oso, a la mayoría de nuestros hombres y casi al Aurelio que se enfrentó cara a cara con Skull y a poco lo paga con la vida.

Conseguimos pues escapar de allí por muy poco, sin oso, sin hombres y con un gran temor por la vida del Aurelio que andaba malherido y lo transportábamos de vuelta en unas parihuelas improvisadas.
Nuestra idea era volver al campamento, descansar, rezar por la pronta recuperación del Aurelio y preparar otra avanzadilla, que esta vez sí, diera con la victoria y no la triste derrota pero Fray Alosebo tenía otros planes para mí.

A la noche del segundo día de retorno, nos permitimos dormir unas horas pues juzgábamos que la persecución alope, de haberla, ya debiera de habernos alcanzado pues el tener que transportar al Aurelio hacia que avanzáramos despacio y desde luego nada desapercibidos así pues nos dispusimos a dormir y recuperar fuerzas. Me dormí de inmediato pues el cansancio acumulado era grande y no más se cerraron mis ojos me encontré en el patio principal de Oxfordseb, al principio no entendí como aquello era posible pues me había acostado en una campa infecta cerca del páramo y no era posible que me despertara en Oxfordseb que se encontraba lejos e infestada de alopes.

No me había recuperado aun de mi asombro cuando ante mi apareció una brillante luz que descendía de los cielos y en su centro se adivinaba la egregia figura de un monje con los hábitos oxfordsebitas del que emanaba un aura de paz y bondad que todo lo envolvía. Al punto lo reconocí como al propio Fray Alosebo que descendía de los cielos para llevarme con el como ya hicieron los profetas con Elías y caí postrado de hinojos en el patio preparándome para la segura ascensión.
Pero a diferencia de lo sucedido en las sagradas escrituras no ascendí a ningún sitio si no que quede postrado en el suelo en incomoda e indigna postura hasta que decidí levantar la vista e interrogar a la aparición alosebita.

- Oh, sagrado Fray Alosebo, acudes sin duda en mi hora más oscura para llevar a tu siervo a los placeres celestiales y que abandone esta tierra vil y pecaminosa azotada por alopes y gitanos ya que he probado mi lealtad, valentía y nobleza en todas las pruebas con las que has tenido a bien probarme –Exclamé extasiado
Mi buen Aloseb – Dijo la figura celestial – en modo alguno vengo a ahorrarte sufrimiento pues todos esos sinsabores no han partido de mi mano si no que tú mismo los has buscado con tu comportamiento traicionero, indigno, réprobo y en suma alejado de las enseñanzas que emanan del colegio ahora conocido como Oxfordko. Pero –añadió al ver reflejado en mi rostro la vergüenza que atraían sobre mi sus palabras – en mi infinita misericordia he querido darte una última oportunidad de redención, volverás al campamento de ese bandido con el que ahora ayuntas, recogerás tus bártulos y partirás en sagrada procesión a las ruinas de Oxfordseb, que ahora se hayan más allá del muro. No tomarás compañía en tu viaje si no de aquel que sea de probada honradez y caballerosidad y aquel que de abyecto y bajuno casi no se le pueda llamar humano, los ayudaras en lo que te pidan y finalmente acudirás a las ruinas del colegio original, te vestirás de saco, te afeitaras la cabeza y te echaras ceniza por encima y de esta guisa velarás durante tres noches, solo entonces volveré a aparecerme y te mostraré la faz de tu verdadero enemigo que no es quien tú crees y contra quien luchas.

Una vez hubo dicho estas palabras la figura desapareció y desperté bañado en sudor, a mi alrededor solo estaba la noche. Pero en mi corazón había nacido una firme determinación, no desaprovecharía la oportunidad que me daba el santo patrón alosebita.

Pocos días después llegábamos por fin al campamento de Claus, tal y como Fray Alosebo me había ordenado, presenté mi dimisión irrevocable ante mi capitán, Claus, que la aceptó con la gravedad que imponía la misión que hacía necesaria mi marcha que el, por motivos ignotos, calificó de un nuevo Teodosio. Prometió cuidar del Aurelio y darme aviso si la parca finalmente lo reclamara quedando a cargo de enterrarlo en Oxfordseb y entregar su parte del botín a su señora, cuyo paradero desconocíamos, y en caso de no hallarla a su infame hijo Sebito.

Abracé al que hasta ese momento había sido mi capitán, le dije que se cuidara de la serpiente koñera  y marche al norte, al muro, donde debiera comenzar mi sagrado periplo.
Unos días después alcanzaba el primer peldaño de mi viaje, se alzaba ante mí el imponente muro que separa a alopes y humanos y que hace un tiempo hube de cruzar huyendo de los unatas y cuya historia y final puede leerse en este mismo diario.

Pronto el vigilante me bajó una cesta con la que me izaría y aproveche el tiempo que toma el trayecto para meditar sobre las palabras del santo a las que no encontraba explicación, pues si bien la misión era sencilla no así mis supuestos compañeros uno elevado y el otro perteneciente al fango de la sociedad. No sabía dónde los encontraría, ni si querrían acompañarme a mi suicida misión ni siquiera como podría reconocerlos o ayudarlos en modo alguno.

Sumido en mis pensamientos alcance el cenit de aquella muralla y allí estaba el vigilante, siempre observando, esperando y defendiendo la península contra los seguidores de giorgi aresu.
- Don Aloseb, dichosos los ojos, no hacía falta que viniera personalmente, hubiera bastado un cuervo con su sello para que los relevos se quedaran y yo pudiera volver a pisar tierra inguinal. Ellos insisten en que no los ha mandado nadie y que no son relevos en modo alguno pero yo sabía que si habían venido hasta aquí era para tomar el negro y que se habrían adelantado a su mensajero por lo que me he tomado la libertad de comenzar a instruirlos para cuando yo abandone el puesto y pueda volver a mi casa. Imaginaba que mandaría usía a alguien o quizás un mensaje pero no esperaba en modo alguno que viniera usted mismo a comunicármelo – comentaba el vigilante atropelladamente y preso de una gran agitación – Pero nada, así mejor, podrá darles las ordenes usted mismo y no seguirán faltando a la verdad e insistiendo que han llegado aquí en pos de una sagrada misión, cuando no hay misión más sagrada que la defensa de la tierra inguinal del enemigo alope.

Caí entonces en la cuenta de varias cosas, la primera que me había olvidado de aquel pobre diablo que llevaba en el muro desde las guerras unatas y no había enviado relevo como debiera haber hecho, segundo que debido a su aislamiento no le había llegado noticia de mi caída y expulsión de Oxfordseb y que por tanto no tenía la capacidad ni la autoridad para enviarle un relevo y tercero que no sabía a quién estaba allí instruyendo ni quienes eran esos que habían llegado antes que yo.
Inmediatamente mi mente comenzó a funcionar, si aquel desgraciado no tenía noticia de mi caída tampoco la tendrían aquellos que se encontraban con él y era una magnífica oportunidad para aprovecharme de su desconocimiento y poder atraerlo a mi lado con objeto de recuperar Oxfordseb pero desheche inmediatamente tan horrendos pensamientos pues ese modo de actuar era el que me había traido hasta allí asi que le dije. 

-Vigilante, sé que tu heroísmo salvó la tierra inguinal, se que deberíamos haberte relevado hace años y sé que desde Oxfordseb y el resto de reinos se te ha tratado injustamente abandonándote en el muro, pero has de saber que ya no me encuentro en disposición de relevarte de tu puesto, que soy el último entre los inguinales y que además no puedo quedarme – le adverti – pero has de saber que cuando recupere mi dignidad perdida serás recompensado con tierras y haciendas y un lugar preeminente en el colegio.
- Vamos, que un mojón pa mí. No si esto ya me lo estaba viendo venir, si ya me lo decía mi madre, a la que por cierto hace años que no veo y no sé si está viva o muerta,  no te fies del aloseb que no es trigo limpio que ese mira por sus cosas pero las de los demás ya le dan más igual, que esos curas son sepulcros blanqueados, que a ver si convenzo a tu padre y nos vamos con mi hermana que se casó con un manguares y ahora está hecha una reina de Saba…. – Vale, vale – tuve que cortarle – ya me hago cargo, pero que la cosa ahora es diferente que esta vez no se me olvida que en cuanto recupere el sillón de director podrás concluir tu larga guardia y volver a tu casa.

Con un bufido, que me hizo pensar que quizás no me creía del todo, me indicó que lo siguiera y entramos en una pieza cercana donde tenía sus aposentos el vigilante y pude por fin conocer a los que a la postre se revelarían como mis compañeros de viaje.

Allí esperaban dos  figuras silentes a las que no pude distinguir en la penumbra. Poco a poco mis ojos empezaron a acostumbrarse a la oscuridad y pude distinguirlos, uno de ellos era el regente de tisisland de probada honradez, un caballero de los pies a la cabeza y héroe de la batalla de las darklands, sin duda este sería un magnifico compañero para enfrentarme a las penurias a las que debería enfrentarme. El otro, se trataba de un puppet, pero no de uno cualquiera, este era un soberbio ejemplar, lustroso y bien alimentado, me pareció que era aquel que después de la execrable violación de Mangui fue confundido con sebito y al que se le manumitió por su injusta acusación, había oído que se marchó al paramo y desde allí liberaba a otros puppets que lejos de la ordenada vida que les regalaban sus amos se volvían salvajes y bestiales, algo me dijo el Aurelio sobre tomar medidas contra estos en mis últimos días como Director pero fue algo a lo que no preste demasiada atención  ¿pues que peligro podían suponer unos puppets sin amo? 

Sea como fuere ambos me dijeron que habían tenido conocimiento de mi viaje por un fraile que se les había aparecido en sueños y teniendo ambos razones para cruzar el muro habían decidido acompañarme pues el regente tísico quería recuperar al sobrinato que en su precipitada huida de los unatas había dejado en su antiguo reino y al puppet lo movían Dios sabe que atroces motivos pues aunque intentó explicármelos no le preste atención alguna ¿pues quien presta atención a esos subhumanos o a sus deseos?

Así pues, allí estábamos los tres como predijo Fray Alosebo, un hombre bueno y un puppet, lo mejor y peor de la sociedad inguinal, al día siguiente comenzaríamos la peregrinación pero esa noche descansaríamos en la pajería donde quizás hiciéramos uso del puppet libre, una aberración en sí mismo pero necesaria para expiar mis muchos pecados.