Más allá del muro
Salimos pues a la mañana siguiente dejando al vigilante
farfullando no sé qué cosa de colgar a los curas mentirosos de una encina alta
y nos adentramos en los territorios de más allá del muro, las tierras de Skull
Tatoo.
Habida cuenta que Fray Alosebo me había indicado que debía
ayudar a mis dos acompañantes y el regente tísico solicitaba descubrir el
paradero del sobrinato decidimos comenzar por este punto.
Bien es cierto que podía haber comenzado sirviendo a los
deseos del puppet pero imaginé que tratándose de él, sus deseos serian servir a
su amo, en este caso yo mismo por ser una figura de autoridad ante sus serviles
ojos y por tanto no le había prestado la más mínima atención a sus deseos,
aunque en honor a la verdad la pobre bestia había intentado comunicármelos en
varias ocasiones pero yo hacía como que le escuchaba mientras tatareaba
mentalmente el himno nacional.
Así las cosas y con las precauciones debidas, pues nos
encontrábamos en tierra hostil, tomamos rumbo hacia donde se había levantado la
ciudad de tuberculopolis, antigua capital del reino, pues juzgamos que de
continuar con vida allí estaría aún el sobrinato.
Mentiria si dijera que el camino hasta allí estuvo lleno de
dificultades y peligros y no soy persona de exagerar sus logros por lo que diré
la verdad. El camino fue bastante aburrido y si no llega a ser por el
subproducto humanoide que nos acompañaba diríase que hubiera sido insoportable.
Un trayecto que creíamos infestado de alopes y otras bestias se mostró expedito
a nuestro paso y debido a la lejanía de nuestra meta los días se nos hacían
largos y tediosos, gracias a Dios el puppet se esmeraba en presentarnos chanzas
y teatrillos para nuestro disfrute y entretenimiento pues aunque como el se
empeñaba en decir cansinamente “Soy un puppet libre y no debo servir a mas amo
que a mi mismo” su genética, educación y crianza durante años eran mas
poderosas que su voluntad, a la postre frágil y caduca y no podía si no hacer
lo que generaciones de puppets habían hecho antes que el, esto es causar divertimento
y solaz a aquellos a los que sirve, bien por propia voluntad o por
condicionamiento genético.
En muchas ocasiones, después de representar un teatrillo con
marionetas o tras una de nuestras, cada vez mas frecuentes, “paradas técnicas”
en el camino, sorprendí al puppet sollozando como si de una cría se tratase y
bien fuera por la soledad de aquellos caminos o por la preocupación que me
causaba el obedecer al santo Alosebo que me había ordenado que cuidara de aquel
engendro no le propinaba la manta de correazos que en Oxfordseb hubiera
merecido ese comportamiento si no que lo dejaba solo intentando que no me
sorprendiera observándolo para evitar causarle el daño de la vergüenza.
Pero la bondad que anida en mi corazón es infinita y cubre a
hombres y bestias por igual por lo que un día, cerca ya de nuestro destino,
decidí interrogarlo en la cena para averiguar que le causaba ese dolor e
incluso estaba dispuesto a ofrecerme a sacrificarlo si la enfermedad que le
aquejaba se mostraba incurable, hasta eso estaba dispuesto de ser necesario
anteponiendo su bienestar al regocijo que nos causaba con sus juegos y bailes
Y así mientras asábamos un conejo que habíamos encontrado
moribundo en el camino, pues nuestra pericia en la caza no había mejorado
demasiado, me atreví a interpelarle
– Puppet,
¿qué es aquello que aflige tu corazón y derramas lagrimas a escondidas?, ¿Acaso
echas de menos a tu antiguo amo?, porque de querer volverte no pondríamos
impedimento alguno pues aunque bien nos sirves entendemos que el lugar de un
puppet está junto a su señor y es sabido que la lejanía del mismo no hace si no
provocar la pena en el puppet y este languidece y muere. – Me atreví a
sugerir esta condición por animarlo un poco a hablar de sus tristezas
- Buen Aloseb –
contestó el puppet – no se trata de que
la ausencia de un amo me aflija y acongoje mi corazón, pues como bien sabes o
deberías saber pues lo he dicho cientos de veces, soy un puppet libre, el
primero entre mi gente y no tengo amo a quien servir ni hombre a que obedecer en
toda tierra inguinal, excepto, por supuesto, a nuestro señor obispo de
Roma que no se encuentra en estos lares
y que dudo que alguna vez se adentre aquí.
Recordé en ese momento que ciertamente me había dicho que
había sido manumitido y por su referencia al papa supe inmediatamente que su
antiguo señor había debido ser oxfordsebita o al menos haberse educado en el
colegio y asentí como dándole la razón animándolo a continuar su razonamiento.
- Yo era el rey en mi
tierra, el nuevo eden para los puppets que fundé en la linde del páramo de la
casi segura aniquilación, desde allí liberaba mas y mas puppets y hacia
acrecentar mi ejército y mis súbditos. Era como un dios para ellos y casi me
atrevería a decir que se me podría considerar hasta un igual de un oxfordsebita
de baja cuna o un noble de koland. Pero yo sufría, sin saber porque y una noche
soñé con el santo Alosebo que encaminó mis pasos hacia aquí, entonces no tuve
duda había transcendido el estatus de puppet para convertirme en un señor y
vine feliz y encantado de poder pertenecer a esta comitiva de tan elevados
fines.
Pensaba, en mi fantasía,
que caminaríamos como iguales y fantaseaba incluso con tomar un puppet a mi
servicio si nos encontráramos a alguno en el camino.
Pero hete aquí que
cuando lo intenté no encontraba mi lugar, la dicha no me hallaba caminando a
vuestro lado y cada vez estaba mas triste y melancólico, pero cuando usía me
ordenó hacer cantes, bailes, juegos y otras labores indignas, mi espíritu se
regodeó, me invadió una infantil felicidad y me sentí pleno. Las primeras veces
confundí en mi ignorancia ese bienestar que me invadía con que siendo iguales a
cada cual se le da una cosa mejor que a otro y que quizás mi virtud residía en
hacer felices a los demás pero pronto me di cuenta que no era así, vuesas
mercedes no me buscaban para consultar los temas de gravedad e importancia
buscando el consejo únicamente el uno en el otro excluyéndome a mi de las
decisiones.
Y poco a poco se fue
abriendo camino en mi obtuso cerebro que si me sentía feliz al comportarme de
forma abyecta y servil no era si no porque en el fondo de mi corazón seguía
siendo un puppet que solo encuentra su camino al servir al amo y al percatarme
de esta inmutable verdad me derrumbaba y lloraba por el albedrio perdido-
En este punto, el puppet que durante su larga disertación había mantenido
cierta compostura se derrumbó y hechose a llorar como una fuente interminable.
- ¡Dichoso puppet!
– Exclamé mientras me levantaba a abrazarlo – no debes afligirte por ese motivo, a pesar de tu indigna condición has
sido capaz de elevarte por encima de los otros puppets. Has de saber que todos
los puppets son genéticamente incapaces de resistirse a obedecer y entretener a
sus amos, teniendo por estos a cualquiera que consideren superior, esto es a
cualquiera. Al igual que el cerdo hoza en el campo y se revuelca en el barro
sin entender el motivo más allá de que así encuentra la plenitud el puppet
sirve pues es su camino de felicidad sin entender el motivo que a ello le
lleva. Pero tú –Añadí – has sido
capaz de dar un paso más, de darte cuenta de lo que haces y de obtener un
remedo del libre albedrio con que Dios nos premió a los hombres en nuestro
nacimiento. Desgraciadamente –
Añadí al ver que se le ilumanaba la cara de
felicidad – esto no te hace ningún bien
si no al contrario pues al probar las mieles de la libertad no quieres ya si no
un poco mas de ese néctar pero al beberlo todo tu ser se rebela contra el y
quiere expulsarlo de tu vientre lo que te provoca el sufrimiento contradictorio
que ahora tienes.
Pero he de decirte
– quise acabar aquí el tema y ayudarlo en lo posible pues su compañía era grata
y no quería tener que acabar con ella – que
para solaz de tu espiritú durante lo que resta de viaje tu seguirás
entreteniéndonos pero no como puppet, aunque tampoco como igual pues seria
ofensivo a los ojos de fray Alosebo, si no como puppet libre que libremente
decide servir al superior por su mejor capacidad para hacerlo y cuando este
sagrado viaje concluya debes volver a esa farsa que llamas reino y permanecer
con tus súbditos pues estos al ser inferiores a ti tendrán necesidad de
servirte mientras que a ti no te nacerá la obligación de servirlos a ellos y de
ese modo confluirán tus deseos y tu naturaleza y no tendrás dilema que te
aflija.
El puppet, pareció contentarse con mis palabras y con un
ademan indiqué a tísicos que no hablara, pues sin duda iba a mostrarle al
puppet las muchas faltas a la verdad que había en mis argumentos y la necesidad
perentoria de exterminar a aquellos puppets libres que de crecer en número
acabarían constituyendo un serio peligro para las buenas gentes inguinales,
pues el sabia, al igual que yo pero no el puppet que aquellos libertos tienen incardinado
en lo mas profundo de su alma la necesidad de servir y que de no encontrar con
que llenar ese vacío y debido a la negrura espantosa de su alma acaban dementes
y les devora la necesidad de hacerle a otros lo que a ellos en su día les
hicieron hacer pero deformado por sus abyectas mentes convirtiendo los
inocentes juegos en orgias de sangre y tremenda tortura.
Con ese pacto de silencio y mi firme voluntad de destruir
ese nido de subseres en cuanto recuperara mi sillón de dirección del colegio
nos fuimos a dormir pues necesitábamos fuerza ya que al día siguiente arribaríamos
a tuberculopolis y debíamos estar descansados.
Al mediodía siguiente llegábamos a las ruinas de lo que
había sido una prospera capital en la que ahora solo rondaban alimañas, lo que
era una suerte pues nos sirvieron de frugal alimento.
Nos dirijimos con presteza al lugar donde se encontraba el
palacio real pues en sus jardines es donde habiase quedado el sobrinato, a
decir del buen tísico “Encadenado en una covacha maloliente, pero no por maldad
o por ser poco hacendosos si no porque el sobrinato era tan fiero que no podias
acercarte a limpiar sin correr grave riesgo de que te cercenara un brazo, una
pierna o incluso perder la vida”, preocupado por la ferocidad del sobrinato y
porque esta se hubiera acrecentado en los meses que había pasado abandonado
unido a mi falta de conocimiento sobre que tipo de ser era al que nos
enfrentaríamos en breve le expuse a tísicos las graves procupaciones que me
aquejaban pero el estaba tranquilo y así me lo hizo saber
– Debes saber Aloseb – dijo Tísicos – que el sobrinato no es hombre ni animal ni
bestia alguna conocida, el sobrinato es, como lo diría yo… es el sobrinato
–concluyó.
No pareciéndome explicación suficiente pero no queriendo
ahondar mas en su naturaleza le dije – Pero
hemos de saber si es peligroso, pues de ese conocimiento puede partir nuestra
decisión de acometer la empresa de una u otra manera y quizás fuera conveniente
que avance en primer lugar el puppet pues si al sobrinato lo violentara nuestra
presencia siempre seria menos llorada su perdida que la nuestra.
– No será necesario – contestó tísicos – el sobrinato, de bestial naturaleza, siempre
ha sentido un enorme amor por mi, al que reconoce como sabio regente y es por
eso que por mucho que haya podido degenerar no juzgo posible que me haya
olvidado y sin duda será conocedor de las graves penurias que arrostra mi
reino, pues el conoce lo que muchos no saben, y de buen grado volverá a mi lado
como asesor principal del reino –
He de decir que sus palabras lejos de tranquilizarme me
causaron mayor preocupación pero Fray Alosebo me había ordenado que fuera con
el y continuamos el camino en fila de a tres pues a pesar de la confianza que
expresaba tísico sobre la mansedumbre del sobrinato ninguno quería hacer de
vanguardia en aquel minúsculo ejercito expedicionario.
Llegamos por fin hasta lo que en tiempos debía haber sido un
bello jardín pero que ahora estaba cuajado de malas hierbas, una choza en
ruinas y lo mas preocupante de todo un sinfín de huesos humanos que sin duda
habían pertenecido a alopes, aunque en el estado en que se encontraban no
eramos capaces de asegurarlo.
La choza, a la que nos acercamos con el cuidado que
aconsejaban las circunstancias estaba derruida y se adivinaba entre las tablas
rotas una cadena partida, que sin duda había sostenido al sobrinato, fuera esto
lo que fuese.
Comenzamos pues a buscar al temible ser sin alejarnos en
exceso unos de otros por si hubiera la suerte que alguno de nosotros lo
localizara no se encontraran los demás demasiado lejos para brindarle ayuda, así
fuimos pasando la tarde ampliando cada vez mas el circuito de búsqueda pero sin
hallar rastro alguno del sobrinato hasta que en el ocaso del dia y por falta de
luz que pudiera hacer que el sobrinato pasara desapercibido decidimos dar por
finalizada la búsqueda por ese dia y comenzaríamos al alba una nueva búsqueda
por las ruinas del palacio.
Pero no era voluntad de Fray Alosebo que pasáramos una noche
tranquila, si es que allí, entre las ruinas de un antiguo palacio, acechados
por una bestia desconocida, a la mas brava intemperie y en territorio alope,
pudiera existir tal cosa. Al poco de encender un fuego para calentarnos y
habiendo ya cenado discutíamos vivamente por los turnos de guardia ya que el
puppet, seguramente envalentonado por mis palabras de animo del dia anterior,
se negaba a realizar su preceptiva guardia de ocho horas tal y como había
venido haciendo hasta entonces, aduciendo entre otros motivos que llevaba dos
semanas sin dormir, y no atendía a razones queriendo delegar su obligación en
nosotros dos a razón de cuatro horas por guardia o en último caso tres turnos
de dos horas y media. En esas estábamos cuando fuera del radio de iluminación
que nos prestaba la hoguera oímos unos ruidos, no eran pisadas no carreras ni
aullidos ni nada que la mente humana fuera capaz de identificar y al momento
supimos que el sobrinato se acercaba.
Ni que decir tiene que nos aprestamos a la defensa de
nuestro campamento y de un solo movimiento nos pusimos en pie y con nuestras
armas dispuestas nos enfrentamos al lugar de donde provenia el ruido. En tensa
espera quedamos aguardando aquello que pudiera surgir de la oscuridad y en
vista de que nada sucedida grité, pues mi animo era fuerte y decidido
- ¡Sobrinato!, acude ante aquel que rindes
pleitesía y que ahora precisa de tus servicios – y añadí en voz más queda – y no tengas en cuenta el abandono pues la
necesidad era urgente y aconsejaba abandonar el territorio y si hubiera que
buscar a algún culpable hazlo en el pupilo de Don José verdadero artífice y
responsable de tu abandono
Bien fuera por mis palabras, porque reconociera a tísicos o
por que se había aburrido de esperar en la oscuridad, lo que allí acechaba se
acercó lentamente hasta quedar bañado completamente por la luz de la hoguera y
todos pudimos ver su figura.
Lo que allí se presentó ante nosotros no era humano ni
animal ni bestia conocida, no existen palabras para nombrar lo que allí se
acercó más allá que la genérica otrora usada por tísicos de que aquello era el
sobrinato. A mi lado oí como un cuerpo se derrumbaba, sin duda el puppet no
pudo soportar el horror que se cernía sobre nosotros y ciertamente es lo último
que recuerdo pues, seguramente víctima de algún horrendo hechizo perpetrado por
aquel ser, me desmayé y no pude ser testigo directo de lo que luego aconteció
allí.
Desperté avanzado el día y vi que el puppet continuaba en el
mismo sitio que había caído ante la llegada del sobrinato pero no así tísicos
que se encontraba entre las ruinas del palacio, sano y salvo parecía, al menos
a esa distancia. Así que me acerque a interesarme por lo sucedido la noche
anterior y por conocer si había sido sueño o realidad.
Tísico me dijo que después de desmayarnos, yo le hice saber
que en mi caso debió tratarse de un conjuro o veneno adormecedor que me lanzara
el sobrinato, había hablado con el sobrinato, que estaba enfadado por haberlo
dejado allí que al principio no quería volver pero que después de conocer las
tan inmensas penurias que azotaban tisisland juzgó que ya había sido castigo
suficiente y que volvería al reino para atender los asuntos que habían llevado
a la ruina el reino, pero
– También me dejó un
recado para ti – me dijo Tísicos – Me
pidió que te dijera que tu aventura por tierra alope no había pasado
desapercibida, que el malvado Skull Tatoo conocía que te encontrabas en sus
tierras y que había vuelto a Portugal – Capital alope – para organizar una
partida y cazarte como a un perro rabioso y que había algo más, hacia unos días
alguien más había atravesado el muro y también venia en tu búsqueda aunque el sobrinato
no conocía sus intenciones ni su identidad pero que tuviera cuidado pues
últimamente, más bien nunca, los inguinales de uno u otro lado del muro no
habían tenido buenas intenciones para contigo.
Dicho esto, Tísicos me comunicó que su tiempo más allá del
muro había llegado a su fin, que el sobrinato volvería a tisisland y él debía
preparar su recibimiento, que ya no podría acompañarme en el resto de mi
aventura y que prestara oídos a las advertencias del sobrinato pues es un ser
viejo y sabio y nunca da consejos vacíos.
Nos despedimos pues de tísicos, ya que el puppet se había incorporado
a mitad de conversación y el puppet y yo nos aprestamos a seguir nuestro camino
deseándole a tísicos un buen y tranquilo viaje y el pronto retorno del
sobrinato, al que esperábamos no tener que volver a ver.
Nuevamente nos poníamos en camino, esta vez a la que
esperaba fuera la última etapa de mi viaje pues pusimos rumbo a Oxfordseb y
otra vez peligros inimaginables nos acechaban pues Skull Tatoo estaba de caza y
seguramente teníamos tras nuestra pista a un asesino enviado por alguno de mis
innumerables enemigos.