miércoles, 22 de noviembre de 2017

El Exilio (IV)


La Compañía de hombres libres de los Santos Teodosianos

El Aurelio y yo ya estamos plenamente integrados en la Compañía. Aunque al principio nos habían parecido poco más que bestias con forma de hombre nos hemos dado cuenta que son un grupo que tiene sus propias reglas y maneras y que si bien son algo caóticas se debe más a que provienen de distintos estratos sociales y diferentes reinos que a una manera de proceder. Su líder, Claus, al que apenas atisbábamos inteligencia se ha demostrado un buen líder, sus maneras y procederes pueden parecer absurdas y carentes de sentido a un ojo inexperto pero pronto el Aurelio y yo acostumbrados a manejar y juzgar caracteres en el colegio, nos dimos cuenta que todo obedecía a un plan general al que Claus subrogaba todas sus decisiones.

Manejar esta variopinta mesnada donde, todo hay que decirlo, un amplio porcentaje estaría en los módulos de máxima seguridad de cualquier cárcel de los siete reinos ya que aquí conviven criminales de todo pelaje y en suma gentes de mal vivir y poco acostumbrada a la obediencia y la disciplina mas allá de la ejecutada por la fuerza, no es tarea fácil. Si Claus hubiera pretendido poner normas de convivencia de obligado cumplimiento pronto hubiera amanecido estrangulado en el jergón de su tienda o apuñalado entre dos piedras mientras realizaba aguas mayores.

Sin duda, este bandido barbudo era conocedor de este hecho, quizás así llegó el mismo a liderar esta banda, lo desconocemos, pero está claro que sabe mantenerse en el poder mezclando por un lado una libertad en los quehaceres diarios de sus hombres  y por otro envolviendo sus planes de acción en un halo de misterio que consigue por un lado que nadie cuestione sus decisiones, por carentes de sentido que puedan parecer, y que todos lo sigan ciegamente en aras de la consecución de un supuesto plan glorioso que si bien no ha llegado aún, si está a punto de lograrse.

Como Claus pronto entendió, las dos condiciones antes nombradas no serian suficiente para mantener la paz en el campamento, ya que por su propia condición de banda prófuga de la justicia necesariamente habría que pasar largas temporadas de inactividad entre las cuevas y montañas de sierra ingle para evitar ser capturados o ejecutados por las fuerzas regulares de los siete reinos. Esta inactividad forzada en mitad de los agrestes campos inguinales pronto conduciría a estos hombres de carácter vivo a la práctica de la sodomía, el robo, las peleas, el asesinato, la venganza y en definitiva a toda practica poco recomendable de la que se debe huir si se pretende una futura cohesión en realización de crímenes donde por fuerza debes fiarte de tus compinches.

Por tanto, Claus además de liderar la banda también se había convertido en una especie de animador social de rufianes y a diario organizaba juegos, carreras y gymkanas que llevaban el alborozo y el cansancio físico a todos los hombres del campamento, cualidades muy necesarias para conservar la paz.

Así las cosas, al Aurelio y a mí, a pesar de ser más proclives al desafío intelectual que al físico y porque ocultarlo, la provecta edad del Aurelio, no nos quedó más remedio que  unirnos a los juegos y carreras que nuestro nuevo jefe proponía de continuo.

Cuando no llevaríamos más que un par de semanas en el campamento se produjo un hecho reseñable y como tal voy a tratar de reseñarlo.

Estando reunidos con Claus, con idea de convencerle de lo productivo que seria que nuestra mesnada atacara y recuperara Oxfordseb de manos de los enemigos de la civilización, esto es alopes, koñeros, gitanos y enanos, vino a la tienda en donde estábamos reunidos uno de los vigías que controlaban las llanuras que se extendían bajo nuestro campamento. De inmediato nos temimos lo peor, el malvado presidente de las tierras alopes mas allá del muro sin duda había dado con nosotros y se acercaba para hacerse con mi cabeza. Ni que decir tiene que de la impresión sufrí un pequeño desvanecimiento, pero al recuperarme de el pude escuchar que ni de lejos se trataba de ello.

Por el camino se acercaba un único jinete, no portaba enseres ni carros por lo que no serviría ni como victima de robo pero, se apresuró a aclarar el mensajero, lo extraño del caso es que el jinete no monta caballo, ni poni, ni burro ni cabalgadura semejante si no que se acerca encima de una de esas peligrosas bestias sodomiformes que pueblan el paramo de la casi segura aniquilación. Al punto supe de quien se trataba, no podía ser otro que mi archienemigo Ko, pues una montura de esas características no podía ser de otro. Sin género de duda, Ko-gafs un, primer orador del pueblo de Koland había descubierto mi paradero y venia a terminar con mi vida una vez me había sustraído mi hacienda a través de préstamos blandos a los alopes invasores.

Resueltamente aconseje a maese Claus que lo mandara abatir antes de que pudiera acercarse a la linde del campamento pues si bien lo superábamos en número su lengua es veneno y emponzoña el corazón de todo aquel que lo escucha. En su ánimo – le indique –no existe más que odio a oxfordseb y no dudará en sembrar la discordia y acabar con todo lo que aquí has construido para lograr sus intereses que no son otros que acabar con oxofrdseb y todo lo que este representa – Al momento supe que había errado en mis planteamientos ya que Claus, al oír “Todo lo que has construido” echó una mirada a su derredor viendo que lo que allí había seria indigno hasta para las tribus más primitivas de neardenthales de la antigüedad y juzgó pues, que mucho no se iba a perder en caso de que un solo hombre pudiera destruir algo. – Se le dará audiencia – proclamó – pues todo hombre tiene derecho a defender sus propósitos, como los tuvisteis el Aurelio y tu. Pues si así hubiéramos procedido contigo y el buen Aurelio hubierase perdido esta banda o Compañía los sabios consejos y ayudas que ahora me prodigáis, no quiera Fay Alosebo que por un  ímpetu excesivo perdamos los buenos consejos que este Ko-Gafs-Un pueda ofrecer a esta compañía tan necesitada.

Ante tales argumentos, que entre otras cosas habían salvado mi vida y la del Aurelio, no pude más que darle la razón no sin antes aconsejarle que tuviera cuidado pues ko-gafs-un es traicionero, maligno, réprobo, sodomita y destila veneno, además creemos que tiene cuernos y que si se acerca a una iglesia las hostias sangran en el sagrario.

Dicho lo cual y no queriendo vérmelas con mi archienemigo deje allí al Aurelio y salí a correr desnudo con varios de los hombres de Claus, en parte por oxigenarme y ejercitarme y en parte porque había convencido a varios de ellos para ejecutar un ataque de precisión quirúrgica a Oxfordseb con el objetivo de rescatar al oso sobre el que tantas infamias estaban derramando skull tattoo y los suyos.

Ko gafs un no podía haber aparecido en peor momento, dentro de dos noches un pequeño grupo de bandidos escalarían los muros del colegio al abrigo de la noche, entrarían a hurtadillas y rescatarían al oso. Luego lo traerían hasta aquí y podría recuperar su hermosa pelambre antes del ataque definitivo que expulsara a los inmundo alopes de tierra oxfordsebita. Ya no era momento de parar la operación así que en vista de que esta pudiera estar comprometida por la presencia del koñero decidí adelantarla dos días y que partieran esta misma noche, yo me quedaría aquí para vigilar al preboste inguinal sobrevenido al campamento.

Así pues, he dado las últimas instrucciones a mis muchachos. El plan esta estudiado hasta el último detalle, nada puede fallar. Llegaran a Oxfordseb y entraran allí como peregrinos que van a ver el antiguo despacho del Director, hoy convertido en una sala de multibarbacoas, con ayuda de un quintacolumnista se esconderán en alguna de las salas vacías del colegio y cuando caiga la noche saldrán, el quintacolumnista les conducirá al lugar donde tienen el oso, degollaran a los guardias y junto con el oso saldrán por un portillo de la muralla del patio. A partir de ahí tendrán que correr pues es sabido que el adelantado alope, aquel que llaman el presidente, gusta de afeitar cada noche las pocas cerdas que han podido crecerle al oso por lo que no es descartable que pronto la voz de alarma recorra todo el antiguo colegio.

Si todo sale bien estarán aquí en 4 o 5 días. No dudo de su valor, ni de su fuerza, ni de su determinación pero si de su ingenio. Aún así han repasado el plan una y otra vez. Pronto tendremos aquí al oso.

No me fio de Ko-Gafs-Un

Los días han ido pasando y nada se sabe de la hueste liberadora plantígrada o HLP como a ellos les gustaba llamarse y si esto fuera malo peor es aún la opresiva presencia de Ko-Gafs-Un en el campamento. Cada tarde lo veo pasear del brazo del jefe Claus como amigos de la máxima confianza o, si no supiera de la integridad del bandido barbudo, como sodomitas irredentos. Estoy seguro que no hace si no verter veneno en los oídos del capo barbudo que ya no me mira con el arrobo de antaño. La explicación que ha dado para quedarse es, en el mejor de los casos, inconsistente ya que aduce que después de la derrota de su enemigo, esto es yo mismo, sintió un tremendo vacio en su interior como si ya no le quedara nada que hacer en este mundo y que siendo el, un salvaje en su forma de vida, no encontraba cabida en las comodidades y oropeles de Oxfordseb por lo que habiendo oído que se había formado una compañía de aguerridos bandoleros decidió unirse a ellos para encontrarle otro sentido a su vida. Que no esperaba encontrarme aquí pero que estaba dispuesto a firmar una paz de corazón para luchar contra el verdadero enemigo, el alope.

Esta explicación, que Claus había encontrado correcta y sin fisuras lógicas perceptibles carecía por completo de sentido y de verdad pues en primer lugar si tan mal se encontraba en Oxfordseb podría haber vuelto a sus tierras donde me dicen que Ivo cabeza de lobo/La carriles, de infausto recuerdo, está intentado montar un nuevo partido político que aparte del aparato a Ko-Gafs-Un y por otra parte esos alopes a los que tanto dice odiar están y se mantienen en oxfordseb debido a los créditos blandos que el mismo autorizo con la condición de que el territorio pasara a denominarse Oxfordko y llenar así su ego.

Finalmente hoy ha vuelto un hombre de la HLP, venia ensangrentado y casi muerto. La operación ha sido un completo fracaso. Por lo visto el presidente estaba sobre aviso y nada más llegar a oxfordseb les echo encima a todo el ejercito alope comandado por el propio Skull Tattoo. Todos fueron capturados y torturados con objeto de conocer el plan, mi paradero, mis fuerzas y cualquier información relevante que pudieran tener sobre mi persona. Esta actitud torturadora era, en palabras de este pobre diablo, “Completamente innecesaria” ya que desde el momento que se vieron presos cantaron cual canarios aportando incluso datos que no se les habían solicitado “por si fueran de utilidad a su excelencia”  y peticiones de adhesión al ejercito alope, pero esto no paró la furia sádica de skull tatoo que acabó asesinando a todos los hombres y dándoselos de comer al oso.

Solo el había podido escapar bajo la firme promesa de actuar como un moderno Audax y darme muerte, solo la larga travesía de vuelta a las montañas había evitado que llevara a cabo tamaña iniquidad pues se había acordado del pago que estos hombres recibieron del cónsul Cepión y no quisiera recibir el mismo trato y por eso, en la seguridad de mi clemencia, escogía redimirse ante mis ojos y los de Fray Alosebo confesando la verdad.

Su confesión tan clara, sincera y culta me conmovió en lo más profundo de mi alma y con los ojos arrasados en lagrimas lo abracé para reconfortarlo y una vez se hubo tranquilizado y me besaba lo pies agradecido le di la absolución de sus pecados y cumplida muerte allí mismo por traidor, cobarde, delator, impío y sobre todo por bandido, extremo este sobradamente probado pues pertenecía a una conocida banda de salteadores.

Así pues me dirigí a la tienda de Claus para relatarle el fracaso de la expedición de rescate y también para informarle de la misma pues no había compartido mis planes con el, ni a decir verdad, con nadie más que con el Aurelio cuya fidelidad era tan inquebrantable como cierta. Al entrar en su tienda me lo encontré solazándose en compañía de Ko-Gafs-Un, pues la cercanía de este con el líder forajido era más que evidente y no hacia si no acrecentarse con el paso de los días hasta tal punto que muchos hombres de la compañía apodaban a Ko como señora Claus, cosa que yo reprobaba con viveza cuando lo oía pero alentaba secretamente a través del Aurelio.

Al entrar y verlos conversando animadamente perdí mi legendaria flema y arrojándome sobre el al grito de asesino, espía y robaosos comencé a golpearle con toda mi furia mientras Claus asistía al espectáculo completamente anonadado. Por suerte, el Aurelio que nunca anda lejos cuando su señor lo necesita, acudió a la tienda y pudo sepáranos antes que el daño que uno u otro nos causáramos, pues ko-Gafs-Un se defendía con la habilidad y salvajismo propio de su tierra, fuera irreparable. Inmediatamente Claus quiso saber el porque un teodosiano atacaba con tanta furia a otro sin que mediara provocación previa o posterior, pues ko gafs un continuaba callado seguramente abatido por el peso de su traición.

Todo le conté a Claus, como había enviado secretamente a un destacamento a rescatar al oso y como por mano del diablo rojo y utilizando oscuras artes aprendidas en el seno de Tupri el maligno Ko había avisado al presidente de mis planes y la llegada de mis hombres y les había dado muerte. Evite, por innecesaria y redundante entrar en detalles sobre la muerte del último superviviente pues es sabido que los que ostentan el poder tienen demasiadas ocupaciones para poder entretenerse en detalles y siempre agradecen un resumen ejecutivo que les ayude a tomar decisiones sin necesidad de atender hasta el último pormenor.

Ni que decir tiene que el sacrílego Ko negó todas estas informaciones por más que yo asegurara que se encontraban fuera de toda duda, pero Claus quiso que presentara prueba de todas aquellas acusaciones y como quiera que no pude aportar ninguna, más allá de mi palabra, que a mi juicio era suficiente y sobrada prueba del concurso de Ko en la fallida expedición, Claus decidió amonestarme a mí en lugar de a Ko en los siguientes términos:

-          Maese Aloseb, ha entrado por la fuerza en mi tienda, atacado a un muy querido amigo mío , lo ha acusado sin pruebas de una falta que el dice desconocer, lo ha golpeado y vejado en mi presencia y por si esto fuera poco ha confesado que ha organizado y puesto en práctica una operación no autorizada que se ha llevado por delante la vida de dos docenas de hombres y de paso ha revelado detalles sobre nuestra ubicación, numero, fuerzas, costumbres y Dios sabe que mas a un primer capitán de los reinos inguinales poniendo en peligro la vida y continuidad de la Compañía de Hombres libres de los Santos Teodosianos. Por ello recibirás el justo castigo de degradación y pasarás a ser el último de los hombres del campamento, se te prohíbe la entrada en mi tienda y en la de cualquiera de los capitanes de esta compañía y si se viera expuesto a cualquier otra falta por nimia que fuera seria arrojado por la cresta iliaca hasta la muerte. Castigo que ya merece pero que intercambio por el ya expuesto por intercesión del Aurelio, aquí presente, que ha demostrado en todo momento una devoción a la compañía y a su persona fuera de toda duda.

Y así, me veo relegado al último lugar de una compañía de prófugos criminales. Una vez estuve a punto de reinar sobre toda la inguinalidad y ahora soy menos que un limpiabotas de criminales. El Aurelio me ha reconvenido y me ha indicado que quizás debiera cambiar mi comportamiento ya que primero fue Oxfordseb, después nos expulsaron de Manguaropolis y ahora me degradan hasta los bandidos.

Quizás, como siempre, el buen Aurelio tenga razón y este comportamiento mío no sea agradable a los ojos de Fray Alosebo. Aprovecharé este tiempo para meditar y ver cómo puedo lograr de nuevo su favor y recuperar a nuestro querido oso y Oxfordseb de la mano de los sucios alopes que ahora mismo infestan mi tierra.